Dejando la multitud
- César Yévenes
- 7 oct 2024
- 4 Min. de lectura
1 Samuel 16:7:
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su Parecer, ni A lo grande de su estatura, Porque yo desecho; Porque Jehová no mira Lo Que Mira el hombre; pues el hombre mira lo Que está Delante de sus ojos, Pero Jehová mira El Corazón.”
Dios, a lo largo de toda la historia ha escogido hombres y mujeres, no los mejores, no los más capacitados, no necesariamente los de mejor testimonio; pero a pesar de todo Él los escogió para sí, no importando sus errores.
Siempre hubo una multitud, un grupo que seguía a Dios, pero estos personajes, estos hombres y mujeres, resaltaron por sobre ella, no por ser precisamente mejores, sino porque ellos quisieron ser distintos, no quisieron ser parte del montón, aprendieron a dejar de lado sus debilidades y decidieron confiar en Dios.
Abraham fue llamado a salir de la multitud, salir de su tierra y parentela para ir a una tierra lejana. Él tuvo que aprender a depender solo de Dios y no en sus fuerzas ni riquezas, (Génesis 12 – 25).
Moisés fue llamado para ser distinto, para guiar a la multitud. Tampoco era el más capacitado, no tenía las mejores aptitudes, pero logro tener una íntima comunión con Dios, (Éxodo 3).
Jacob fue escogido y amado antes de que hiciese cualquier obra. Fue escogido, a pesar de ser un tramposo, sin embargo, supo responder a ese llamado, (Romanos 9:9-13).
Gedeón supo responder al llamado de Dios, aun siendo temeroso y dudar en más de una oportunidad, (Jueces 6).
Sansón aprendió que de Dios venia toda fuerza y esperanza, aprendió a ser distinto, a pesar de su debilidad con las mujeres, (Jueces 16).
Rahab era una prostituta, sin embargo, fue distinta, no siguió el camino de su pueblo y puso toda su fe en el único Dios vivo, (Josué 6:25).
Jeremías y Timoteo fueron llamados a estar por delante de la multitud sin que les importara su juventud, fueron llamados a ser ejemplo, (Jeremías 1:1-6; 1 Timoteo 4:12).
David sintió el fuerte deseo de ser distinto a la multitud y enfrento al gigante, además fue llamado a ser rey de Israel, a pesar de cometer adulterio y homicidio, (2 Samuel 11).
Elías fue llamado a ser el mensajero de Dios, y por medio de él, el Señor hizo grandes milagros, pero tuvo deseos suicidas, deseo morir, su fe decayó, (1 Reyes 19:4).
Pedro fue llamado a ser pescador de hombres, aunque negó al maestro más de una vez, (Lucas 22:54-62).
Pablo, el “apóstol de los gentiles”, extendió el evangelio a lugares lejanos, a pesar de haber sido un perseguidor de la iglesia y un fariseo celoso de la ley, (Hechos 9).
Todos los personajes de la Biblia son expuestos con sus virtudes y defectos, con sus victorias y derrotas, se deja ver su humanidad, esto para recalcar que son hombres y mujeres como todos nosotros, como cualquiera, sin diferencia alguna, pero ¿Cuál fue la diferencia?, ¿Por qué fueron distintos al resto? No fueron escogidos por demostrar aptitudes, claramente, sino por tener la actitud, porque aprendieron a someterse a Dios, a obedecerle aun sin entender los propósitos, a adorarle sin importar las dificultades, a seguirle sin importar el resto, a confiar en el dejando a un lado las debilidades y falencias.
Dios quiere que seamos protagonistas de nuestra salvación, no quiere que seamos simples espectadores, él quiere que sigamos avanzando, pero no al paso que vamos, Él desea que aceleremos la marcha, que como en la visión del profeta nos adentremos más y más al rio de su Santo Espíritu, (Ezequiel 47:3-5), el desea que salgamos de la multitud y comencemos a confiar ciegamente en él.
En los tiempos de Cristo había una gran multitud que le seguía, pero esta multitud buscaba señales y milagros, (Lucas 11:29). Al igual que la generación que vago por el desierto, disfrutaron de los milagros de Dios y su provisión y cuidado, estuvieron con él, pero no creyeron, siguieron los milagros y no sus palabras. Sin embargo, en la historia de los evangelios, la gran multitud no es el único personaje, había otro grupo, uno más pequeño, este grupo también le seguía, también le escuchaba, también tenía errores y se equivocaban, este grupo eran los discípulos de Cristo. Estos no disfrutaron solamente del milagro, ellos lo repartieron y luego lo recogieron; no solo lo seguían, también lo escuchaban; no se contentaban con contemplarlo, sino que lo adoraban. Estos hombres y mujeres estaban en la multitud, pero decidieron salir de ella, cometieron errores, pero, aun así, decidieron confiar en Jesús y entregarle sus vidas a él.
Dios te ha llamado a salir de la multitud, a salir de en medio de este mundo, a no ser como él, (Romanos 12:2), y no importa tu condición, no importa tu realidad, no importa tu capacidad, lo que importa es tu corazón, lo que importa es que tu fe esta puesta, no en ti, no en tus capacidades, no en tus riquezas, no en las personas, sino que solo en Jesús. Hay un plan para ti, hay un propósito en tu vida que debes cumplir, fuimos hechos reyes y sacerdotes, fuimos creados para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable, (1 Pedro 2:9).
Noé se embriago, Jacob era un tramposo, Moisés era tartamudo, Rahab era prostituta, Gedeón era cobarde, Sansón era débil ante las mujeres, David cometió adulterio y homicidio, Ester era huérfana, Jeremías y Timoteo eran muy jóvenes, Elías deseo morir, Jonás huyo de Dios, Pedro negó a Jesús, Tomas dudaba, Pablo fue perseguidor y asesino, Zaqueo era pequeño, Marta se afanaba por todo, Lázaro está muerto, y tú, ¿Cuál es tu excusa para no salir de la multitud y seguir a Cristo? Eres tú quien decide, ¿prefieres ser de los 5.000 que disfrutan del milagro o de los 12 que recogen los pedazos?
Aptitud
Capacidad de una persona o una cosa para realizar adecuadamente cierta actividad, función o servicio.
Habilidad natural para adquirir cierto tipo de conocimientos o para desenvolverse adecuadamente en una materia.
Actitud
Manera de estar alguien dispuesto a comportarse u obrar.
Postura del cuerpo que revela un estado de ánimo
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